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“Que este II Encuentro Nacional de Juventud sea un espacio de inyección para los que participen, un

Daniel "Yiyo" Espinoza es un sacerdote salesiano de la Parroquia Santa Catalina de Siena, ubicada en Dock Sud, partido de Avellaneda. A los 20 años, cuando todavía era seminarista, participó del primer encuentro nacional de jóvenes. De esa experiencia, recuerda con alegría haberse encontrado con un Dios que ama la vida y es alegría.

“Cuando tenía 20 años, estaba estudiando para cura, participé en el 1° encuentro nacional de jóvenes en 1985. Éramos 10.000 personas. Recuerdo como un momento fuerte del encuentro, cuando se enseñó el tema “Una nueva civilización” que fue el canto central que animó cada momento, en las calles, caminando….. como queriendo que nuestra Argentina sea una patria más justa y fraterna. Veníamos con el furor de la democracia y de años de mucho dolor. El canto nos unió y nos invitó a soñar juntos”, personas que participan del encuentro”, recordó Daniel Espinoza, sacerdote salesiano de la Parroquia Santa Catalina de Siena, de Dock Sud, Avellaneda.

Haciendo memoria agradecida, el padre Yiyo, remarcó “descubrir a un Dios que ama la Vida, es alegría… y esto se transmitía en las caras, en los gestos que abundaban de parte de todos fue la huella que dejó este encuentro en mi vida de fe. Volver a hacer una apuesta fuerte al compromiso por la justicia, a la solidaridad; como hermanos y no enemigos”.

Dirigiéndose a los jóvenes de hoy “el padre Yiyo” remarcó y deseó para el II Encuentro Nacional de Juventud que se realiza en Rosario del 25 al 27 de mayo, “que sea un espacio de inyección para los que participen y desde la fe un momento de crecimiento y gracia: Un encuentro con Jesús Vivo. Que podamos seguir descubriendo que la propuesta de Jesús es tan válida como hace 30 años… y hay mucho para hacer. Estamos invitados a vivir el sueño de Jesús por el Reino de justicia, compromiso, solidaridad, misericordia… Y otra expectativa es que los que tenemos la misión de acompañar a los jóvenes podamos aprender a cuidar esta porción tan delicada: Cuidar, formar, acompañar y crecer. Nuestras comunidades tienen el derecho de cuidar la vida, especialmente de los jóvenes con propuestas serias que ayuden a crecer”.

“Me gustaría motivar no solo desde la palabra que le pueda decir a un joven sino desde lo personal, poder hacer un seguimiento, o encontrarnos… Muchas veces animamos con palabras pero faltan los gestos concretos para con los jóvenes. Y esto va de acuerdo a la realidad que vivimos en cada una de las comunidades”, detalló el sacerdote salesiano.

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